viernes, 28 de diciembre de 2012

Deseos de Ecos Sociales




   



Amigos de Ecos Sociales:

Que  este año sea norte de nuestra vida y:
Hagamos por los demás lo que queremos que los hombres hagan por nosotros”
Norma cristiana (Mateo 7.12), tan valiosa  que es regla de oro de  otras siete religiones:


 
No ofendas a los demás como no quisieras verte ofendido (Budismo)

No hagas a otros lo que te dolería si te lo hiciesen a ti. (Brahmanismo)

No debemos hacer a los demás lo que no deseamos que nos hagan a nosotros (Confucianismo)

Ninguno será verdadero creyente a menos que desee para su hermano lo mismo que desea para sí mismo. (Islamismo)

Lo que no quieres para ti, no lo quieras para tu prójimo. (Judaísmo)

Sean para ti como tuyas las ganancias de tu prójimo y como tuyas todas las pérdidas. (Taoismo)

Sabrás que el derecho ajeno es una brasa y que, si te apoderas de él, te quemará la mano. (Proverbio Zerma-Sonrai)

Para  decir  hoy  con  alegría:
Muy  Feliz  Día,
Horas en Paz  y  Tolerancia
Y un venturoso año, en este primer día del resto de nuestra existencia.
                                                                                                        

jueves, 6 de diciembre de 2012

Reflexiones sobre 64 años de derechos humanos

Publicado en la revista digital Enfoques Positivo Ediciión 491,  del 7 de diciembre de 2012 


A pesar que llevamos 64 años de Derechos Humanos, millones de personas han sufrido y sufren  persecución, tormento, muerte por raza, color, sexo, idioma, religión, condición política, estado económico, posesión de bienes; como también no respeto a la vida, a la libertad, a la seguridad, al no reconocimiento del derecho de presunción de inocencia, condenas por actos  u omisiones no contemplados por el derecho nacional o internacional en el momento de su realización; o sufren impedimento para salir o regresar a su país, o están privados de expresar ideas.

Es más millones de seres tampoco tienen la propiedad, ni la seguridad social, ni atención a su salud, al bienestar para sí y la familia, ni alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica, servicios sociales; por más que esos “derechos”  figuren en distintos artículos de esa “Carta Magna de la Humanidad”, cuyo  articulado luego fue incrementado con la de declaración de la Naciones Unidas de los derechos de las Mujer y del Niño. Declaraciones que tampoco sirvieron en el primer caso para que la mujer no fuera presa del “tráfico de blancas” o señuelo sexual en las propagandas, y en el segundo no  sirviera para que millones de infantes salieran de la pobreza, la indigencia o fueran parte de la prostitución infantil o integrantes del narcotráfico o de la búsqueda de minas o los soldaditos de regímenes totalitarios.

Son 64 años por cuanto el 10 de diciembre de 1948 las Naciones Unidas los proclamaron en Francia  con fundamentos de Rousseau de i) igualdad, libertad y solidaridad de las personas, ii) de  que la voluntad de la mayoría era la voluntad general y  representante de la verdad,  y iii) que los derechos de los ciudadanos derivaban del “contrato social”; ideas con las cuales equivocadamente Kant coincidió. En otras palabras en este pensamiento franco alemán,  los derechos del hombre devienen de los derechos del Estado o Razón de Estado.

En ese mismo plazo, muchos países siguieron otra línea, la del pensamiento “anglo-norteamericano” iniciado con las ideas de Locke que los gobiernos nacen  con el fin de proteger los derechos inalienables de las personas a la vida, la libertad, la propiedad  y la búsqueda de la felicidad. Y que son anteriores al Estado y por ende son los ciudadanos los que le ponen límites al poder. Doctrina seguida en la Declaración de la Independencia de EEUU en 1776, y en nuestra Constitución de 1853/60, los cuales mientras aquí  no se avasallaron, llevaron a nuestra Nación a estar entre séptima y décima en el mundo, y al no cumplirlos obtuvimos altos niveles de pobreza y la indigencia, lacras desconocidas en la República Argentina de 1880 a 1912.

La lectura de los derechos y garantías establecidos en la Constitución Nacional, nos muestra que en 1853, nada menos que 95 años antes, los padres de la Patria Argentina: Alberdi, Sarmiento, Mitre y Urquiza contemplaron todos los Derechos Humanos establecidos por la ONU en 1948.

Estos 64 años de derechos humanos, nos muestran que  naciones como Alemania, Taiwan, Singapur, Eslovaquia, Chile y Botswana  que no se preocuparon por ellos, pero si por respetar a sus habitantes en sus necesidades inalienables a la vida, la propiedad, la libertad y la búsqueda de la felicidad, tuvieron como resultado:  reducida burocracia, buena moneda, bajo desempleo y  pobreza, junto a altas  tasas de ahorro por habitante, distribución de la riqueza, atención a la educación y la salud; óptima su estructura productiva de bienes y servicios, alta la tecnología y buena creación de riqueza, promoviendo así alta calidad de vida de sus ciudadanos. Porque las personas son atendidas en sus necesidades  por sus prójimos (próximos) y no por la mano de un siempre lejano Estado Benefactor.

Pues como Alexis Carrell escribió  en su libro “La incógnita del hombre: “En verdad, el hombre no tiene derechos pero tiene necesidades. Estas necesidades son observables y mensurables. Para el éxito en la vida es necesario que sean satisfechas. El derecho es un principio filosófico (abstracto); la necesidad, un concepto científico (corroborable)”

Esta realidad también se ve en las góndolas de los mercados, en las páginas de los catálogos y en las hojas amarillas de las guías telefónicas, donde no encontramos un solo artículo que haya sido creado para los ciudadanos siguiendo la Declaración de los Derechos Humanos, mientras en las facturas de los servicios tenemos, por intervención del Estado existen tasas y porcentajes de impuestos que pagan no solo los que están por arriba de la línea de pobreza sino también  aún todos los pobres, los indigentes, los cartoneros, los jubilados y los miles de personas que viven de sus changas.  



En otras palabras la riqueza que mejora en el mundo la calidad de vida de las personas no la crean las letras de los decretos ni leyes, sino los productos  y servicios generados  por ideas provenientes de millares de seres que pensaron en satisfacer las necesidades  humanas tanto fisiológicas, como de seguridad, sociales, autoestima, estéticas y valores  

En la columna Correo de La Prensa del 8-12-2012 se publicó este extracto: 


Derechos protegidos
 
Señor director:

A pesar que llevamos 64 años de Derechos Humanos, millones de personas han sufrido y sufren  persecución, tormento, muerte por raza, color, sexo, idioma, religión, condición política, estado económico, posesión de bienes; como también no reconocimiento del derecho de presunción de inocencia, condenas por actos  u omisiones no contemplados por el derecho nacional o internacional en el momento de su realización.

Son 64 años por cuanto el 10 de diciembre de 1948 las Naciones Unidas los proclamaron con fundamentos de Rousseau de: igualdad, libertad y solidaridad de las personas, la voluntad de la mayoría es voluntad general y  representa  la verdad,  y  los derechos de los ciudadanos derivan del “contrato social”. En otras palabras, en este pensamiento franco alemán,  los derechos del hombre devienen de los derechos del Estado.

En ese mismo plazo, muchos países siguieron otra línea, la del pensamiento anglo-norteamericano iniciado con las ideas de Locke que los gobiernos nacen  con el fin de proteger los derechos inalienables de las personas a la vida, la libertad, la propiedad  y la búsqueda de la felicidad, que son anteriores al Estado y por ende son los ciudadanos los que le ponen límites al poder. Doctrina seguida en la Declaración de la Independencia de EE.UU. en 1776, y en nuestra Constitución de 1853//60, las cuales mientras aquí  no se avasallaron, llevaron a nuestra Nación a estar entre séptima y décima en el mundo, y al no cumplirlos obtuvimos altos niveles de pobreza y la indigencia, lacras desconocidas en la República Argentina de 1880 a 1912.