lunes, 1 de junio de 2015

Riqueza reiinvidicada


Publicada en la columna Correo de La Prensa

 Señor directo

En la homilía de la misa en la casa de Santa Marta,  el Papa  tuvo expresiones:  que merecen  reflexión:  1) Decir “la riqueza que no se comparte, origina corrupción” es un equívoco  pues existen muchas formas de riqueza que son imposibles de compartir por ejemplo: pinturas, escultoras, obras e instrumentos  musicales, edificios, palacios, altares, y elementos de culto que fueron adquiridos para la satisfacción espiritual del adquirente individual o colectivo, hecho que en modo alguno puede decirse que es origen de corrupción. 2) Su expresión: ”las riquezas deben servir al bien común” es también  errónea, pues  sin las palabras papales, distintos   montos de riqueza movidos por el deseo de satisfacer  necesidades humanas del bien común  han descubierto o creado por ejemplo:  máquinas voladoras, aire acondicionado, hormonas,   vitaminas,  penicilina, acelerador de partículas, fotocopia, Factor Rh, energía nuclear, transistor, radar, ecógrafos,  píldora anticonceptiva, satélite artificial, tomógrafos, láser, chip, micro procesadores, stents, vacunas, trasplantes, etcétera. 3) Al señalar las palabras de Cristo (Mt. 10,17-27) a un potencial seguidor de vender los bienes y darlos a los pobres olvida,  que para seguir a Dios toda persona tiene que atender a su cuerpo necesitado de alimentos que otros producen, por lo que no podrá robarlos sino recibirlos en una transacción,  que el refrán chino expresa así: “Al que tiene hambre no le des pescado, enséñale a pescar, en consonancia con las palabras de Pablo a los tesalonicenses. “el  que no quiere trabajar, que no coma”.  En síntesis ataque  fue  un ataque equivocado a la riqueza, pues para Enrique Ghersi  “la corrupción es efecto y no causa de las deficiencias instituciones políticas latinoamericanas. Y se da especialmente en colectivismos como: dictaduras, totalitarismos, comunismo, socialismo, estatismo, castrismo, populismo, socialdemocracia y progresismos, avalados por gobernantes o dirigentes que se dicen demócratas o  humanistas.

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