sábado, 11 de junio de 2016

Conscripto mártir



 Es cierto que para saber hacia dónde vamos, debemos saber de dónde venimos, como muy bien nos enseñó nuestro filósofo García Venturini. Ello me hace recordar que el 9 de junio de 1956, los sublevados que intentaron apoderarse del cuartel de La Tablada encontraron su acceso custodiado por el conscripto Eduardo Yurman,  que velaba la entrada al regimiento, no como voluntario en la carrera de las armas, sino cumpliendo con la ley nacional de Servicio Militar Obligatorio. Por ello aquella madrugada Eduardo Yurman estaba allí para cumplir la consigna con lealtad, no permitiendo el acceso de extraños ni por ende de insurrectos, motivo por el cual recibió la muerte por parte de las balas de  los insurgentes. Acción que provocó la movilización del cuartel,  y detuvo a quienes los iban a copar,  sobre los que luego cayó la severa ley militar en vigor. De las cuatro fuerzas que mueven el hacer humano,  el miedo, el odio, el deber y el amor, Yurman sentía el amor a la patria y el odio a los subversivos. Situación que muchas veces se repitió en nuestro  pasado, al  que debemos mirar no para reivindicar la venganza, sino con serenidad recordando a quienes, con su sangre nutrieron la Patria de hoy. Por eso, a 60 años del infausto suceso cabria recordarlo para cimentar el futuro en la unidad que establece el Preámbulo de la Constitución Nacional, deseando que  los legisladores recojan el dato y sancionen esa fecha como “Día del conscripto Eduardo Yurman”.


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