jueves, 28 de abril de 2016

Control K de los medios para afianzar poder y fabricar pobreza


Los diarios Pravda e Itvezia en la ex URSS fueron los mejores inductores para fabricar pobreza, a punto tal que Rusia poseyendo tierras tan o más fértiles que las nuestras, fue el constante comprador de cereales en el mercado mundial, a la vez que con sus mentiras y falta de noticias mantenían a los habitantes desconectados del mundo. La importancia de los medios para inducir comportamientos es tan grande que durante la Segunda Guerra Mundial los aliados mantenían emisiones para los pueblos dominados por los nazis y los sometidos por los japoneses, proceder que se convirtió en una quinta columna que penetraba en los dominios de los dominadores. En nuestro país la lucha contra el peronismo encontró en la prensa libre las  voces críticas que minaban la propaganda gubernamental. Hace tiempo los ideólogos rojos comprendieron esa necesidad por eso en la guerra de la década del 70 tuvieron sus periódicos. En Cuba la antes exportadora de azúcar, hoy la encuentra racionada, pues desinformados por los periódicos castristas, sus hombres desmotivados trabajan las tierras confiscadas,  con máquinas obsoletas, transportando los productos de la zafra,  en viejos camiones, por no más jóvenes caminos.

Acá en nuestro país, si en la época de Irigoyen se editaba un diario para mantener informado sesgadamente al presidente, hoy se imprimen miles de páginas para mantener informada sesgadamente a una gran masa de habitantes. La Fundación Konrad Adenauer en tiempos cercanos estableció que en nuestro país el 68% de los periodistas tienen ideas de izquierda,  situación que ha favorecido la crítica tanto a las empresas privadas nacionales, como las extranjeras o las multinacionales, además de patrocinar esperar todo del Estado Benefactor,  creando un electorado proclive a votar dirigentes con esas ideas, en total línea con las que en las facultades estatales generalmente se difunden, para así  ir teniendo medios que cumpliendo mal el arte de informar, coadyuvan a la fabricación de pobreza por medio de estas tres consecuencias: alejan a los inversores extranjeros, espantan a los que pueden producir riqueza, apoyan  el incumplimiento de la defensa de los derechos inalienables y no sostienen la necesidad de poner límites al poder.  El Congreso desde tiempo atrás  ha votado poderes extraordinarios para el Ejecutivo Nacional, en total discrepancia con el artículo 29 de la Constitucional que expresamente veda tanto ese otorgamiento de facultades extraordinarias, como de supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden en manos de gobiernos o persona alguna. Actos de esa naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que las formulen o las consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la Patria.

 Ciertos medios tienden a dirigirse y abroquelarse adonde calienta el sol, posición en las antípodas que sostuvieron desde el siglo XIX grandes diarios como La  Capital (1867), (La Prensa (1869), La Nación (4-01-1870), Los Andes (1882), El Día (1884), La Nueva Provincia (1898), fueron creados para sostener la defensa de las bondades democráticas y señalar los límites del gobierno en sus tres ramas.

Hoy sin embargo la situación está perturbada, porque más que sostener un ideario, los Judas de la información, buscan sostener imágenes gubernamentales favorables, favorecidos porque muchos gobiernos han aprendido y mejorado la lección del ministro nazi  de propaganda e información  Joseph Paul Goebbels del III Reich, que expresaba miente, miente, que algo quedará. Pero los métodos son menos cruentos, la propaganda oficial dada o retirada sirve para suavizar muchas cabezas a tal punto que si antes se escribía un diario para mantener informado sesgadamente al  presidente ahora se editan miles para mantener informado sesgadamente al  pueblo.

      En nuestro país el martirio de la prensa argentina comenzó con el decreto del 16 de diciembre de 1941, estableciendo el “Estado de sitio” que puso en marcha la persecución de la prensa opositora. El gobierno del presidente Ortiz se sintió molesto por la posición de los diarios pro EEUU y de censura al gobierno nipón, ante el ataque que cuatro días antes Japón había perpetrado sin declaración previa de guerra,  a la base naval estadounidense de Pearl Harbor, hecho que provocó la entrada del coloso del norte en la Segunda Guerra Mundial.  Ese mismo día 16 la policía federal por orden oficial, se dirigió a los directores de los diarios señalándoles que “debían de abstenerse de comentar la medida que acababa de adoptar el P.E., así como toda apreciación sobre la situación internacional y de cualquier publicación que pueda perturbar la tranquilidad interna” como lo expresa: Sánchez Zinny, . en su libro  El culto de la infamia Buenos Aires 1958. Página 188

Después para amordazar a los que luchaban por la civilización contra la barbarie nazi, se continúo con la clausura de diarios, secuestros de ediciones y prohibición d circulación. Medidas en total discrepancia con las disposiciones constitucionales (artículo 14 derecho a publicar sus ideas por la prensa sin censura previa) Medida que luego se acentuará con la reglamentación de 1943, la matriculación de periodistas de 1944, la Subsecretaría de Informaciones y Prensa - calco del Ministerio de Información Pública y Propaganda del III Rreich – que  tenía su brazo ejecutor en la Comisión Bicameral de Investigaciones de la mano de los diputados peronistas Visca y Decker. Posteriormente la situación mejoró a partir de 1955 con la caída de Perón, surgiendo cada tanto especialmente en los períodos de gobiernos de facto, la censura o presión a la prensa, teniendo su pináculo en el gobierno del doctor Alfonsín que por  el decreto 2.049/85 establece  un verdadero Estado de Sitio unipersonal, pues el único privado de la libertad fue el periodista Daniel Lupa, medida oficial que coartaba la libertad de prensa, aduciendo una conmoción interior inexistente, por ende sin ninguna perturbación que ponía en peligro

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