Publicado en
la columna Correo de La Prensa
del 15-11-2012
Señor
director:
De las falacias
cotidianas que brotan de figuras gubernamentales sobresale la que dice que las concentraciones
del pasado “13S” y “8N” no tenían una propuesta clara y uniforme, ignorando que
la ciencia psicológica ha mostrado que por lo general, la gente sabe lo que no
quiere, pero no tiene claro lo que desea. El más sencillo ejemplo de lo
señalado lo da el comensal que ante el menú sabe bien la comida que no apetece,
pero no tiene claro cual comerá. Los asistentes a las distintas plazas del país
tenían claro que no deseaban: 1) la inseguridad que pone en peligro la vida
ciudadana, 2) la inflación que corroe los ingresos salariales de las clases más
bajas, los jubilados y los pensionados, 3) la libertad de comerciar que impide
la creación de riqueza, 4) el autoritarismo del Ejecutivo que no admite el
disenso de propios o ajenos, 5) la mentira en la información del Indec, 6) la corrupción en las esferas
gubernamentales, 7) un Congreso como “escribanía” del ejecutivo, 8) la
existencia de jueces previcatores, 8) el incumplimiento de la artículo 14º de la Constitución, 9) la
no re-reelección, 9) la agresividad hacia quien piensa distinto, 10) el
sarcasmo y descalificación permanente hacia toda disidencia, 11) la negación
constante de los problemas del pueblo, 12) la creencia que anunciar es gobernar,
13) el uso de la cadena nacional para desinformar a la población, 14) la malversación de fondos. Los que no saben lo
que la gente no quiere, son los integrantes de los tres poderes del gobierno
nacional, pues el pueblo si sabe.
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