jueves, 5 de julio de 2012

Como matar una organización o a una Nación


Una práctica que viene de lejos y que ya denunciara en el diario La Nueva Provincia el  20 de agosto de 2006

Ante la anomia general por revertir el proceso de decadencia de nuestra Nación, que en poco tiempo ha visto colapsada la Democracia,  muerta la República o desvanecida la Nación, resulta conveniente repasar el  Decálogo de como matar una Asociación, elaborado por la ASQC (siglas en inglés de la Asociación Americana para el Control de la Calidad) como  descriptivas de conductas de socios  que en caso de generalizarse, conducen a la extinción de una organización.

La Democracia colapsada  porque  primero el voto es comprado o inducido por consignas  que olvidan los derechos de los habitantes a la vida, la libertad, la propiedad y la búsqueda de la felicidad y en segundo término no hay frenos para el ejercicio del gobierno. Muerta la República porque no hay división de poderes que permita a los habitantes el cumplimiento de los derechos establecidos en el artículo 14 de la Constitución Nacional, y desvanecida la Nación pues el poder central desde lo económico cercena a las provincias el cumplimiento de sus derechos y deberes como estados anteriores a la misma Nación y además se está buscando borrar la Historia Nacional, con todos  sus más y menos.

 Aquí el término organización abarca desde la de un consorcio, un club, un partido o la misma Nación y asociados comprenden a los socios de una organización o a los ciudadanos de la Nación.  Las sentencias originales fueron adaptadas con tono político, o tuvieron un  agregado hecho en cursiva para hacerlas más descriptivas. Sus enunciados son los siguientes:

1.      No buscar nuevos asociados, porque eso es tarea de otro o de cualquiera menos yo. O criticar la actividad política gobernante pero negarse a participar en una agrupación afín a sus ideas.

2.      No asistir a los comicios, ni a las reuniones previas  o no asistiendo a reuniones convocadas por algún asociado o a los actos partidarios o a los  recordatorios de las grandes gestas nacionales.

3.      Asistir a las asambleas, pero llegando tarde o retirándose antes de la finalización o viendo por televisión la gesta celebrada.

4.      No aceptar cargos, porque  es más fácil criticar que hacer,  por eso nunca estar en la lista de los que se postulan para hacer algo por la asociación, o apoyando a un asociado participante  o no participando en acto político opositor.

5.      Murmurar contra los políticos o funcionarios o contra los demás asociados  o desvalorizando el quehacer de no asociados, pero afines a la asociación, los que con sus más y menos hacen por esas ideas.

6.      Sentirse molesto si no resulta elegido y si es elegido, no asistiendo a las reuniones. O asintiendo sin mover un dedo para nada ni abrir la boca para proponer algo.

7.      Contestar que nada tiene que decir, cuando el presidente una vez terminada la reunión, pide una opinión sobre aquello que debería haberse hecho,  pero expresar posteriormente críticas a terceros o a los que estuvieron presentes.

8.      No hacer prácticamente nada por la Asociación, pero comentar que está en manos de camarillas si otro u otros asociados de buena voluntad se dedican a hacer cosas, o verbaliza ideas claramente utópicas.

9.      Pagar los impuestos o las cuotas lo más tarde posible o simplemente, o no pagarlos.

10. Considerar que es mejor la lucha personal e individualizada, es decir, lo mío, que la de un grupo de gente que se reúne, Dios sabe para qué.


Eloy Soneyra es doctor en Psicología; reside en Buenos Aires.


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