Hoy como ayer, expoliatorios “tributos medievales”, para que los
cortesanos continúen con sus orgías y ágapes de "pizza y champagne" o
viajen en lujosas “carrozas aéreas”
hacia todos los rumbos para visitar “presidentes reyes” perpetuados en
el poder, sentados sobre tronos elevados
no por la gracia de Dios, sino por la “gracia” del voto del pueblo sometido.
Publicado en la columna Correo de La Prensa del 9 de julio de 2012
Nuestros problemas
como democracia, República y Nación, devienen esencialmente de configurar una
sociedad sin socios comprometidos, que ha permitido el reverdecer de un
neomedievalismo con presidentes "reyes", gobernadores
"príncipes", intendentes "condes" y legisladores “cortesanos”,
defendidos por "sicarios", que someten por la fuerza a la
ciudadanía, transformada en "serviles silenciosos" acollarados con la
cadena de miedo.
Completando el cuadro están los "pregoneros"
que lanzan bandos que condenan como verdaderos inquisidores a los disidentes, a
la par que los esquilman quitándoles los frutos de su trabajo, o los empobrecen
con tributos medievales, ese gravamen que un Estado debía pagar a otro como
señal de subyugación, para debilitarlo y mantenerlo sometido.
Sometimiento que
se refuerza descuidando la salud, la educación y la seguridad de la “plebe” desprotegida de los vándalos. Una sociedad donde la mendicidad crece,
a la par que crecen las arcas de la
"neonobleza" encerrada tras gruesas murallas de expedientes, leyes,
decretos, disposiciones que los protegen, a costa de la indefensión de los que
quedan fuera, donde unos pocos, por bregar por los derechos civiles a la de la
liberad, a la vida, a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad para las personas, son llamados “herejes” que hay que acallar.
Como
si esto fuera poco los malos políticos son los “alquimistas”, en este medioevo
siglo XXI, que con sus fórmulas
partidarias no solamente no transforman todo en oro, sino que el oro producido
por los pueblos los hacen desaparecer de esos bolsillos
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