Publicado en Correo de lectores de La Prensa el 27 08-2011
Los garantistas sostienen que el delincuente es la víctima de la sociedad, sin tomar en consideración, que esa misma sociedad ha venido gestando millones de personas buenas. A la par que ocultan que las actitudes delictivas eran vistas como tales desde la antigüedad, en distintos textos como el Código de Hamurabi, el Decálogo de Moisés, y en las primeras líneas del Cilindro de Ciro. Estas reflexiones nos surgen de analizar el horrendo crimen de las francesas Houria Moumni (24 años) y Cassandre Bouvier (29), que antes de ser violadas fueron desnudadas cortándoles las ropas con un machete, acto que uno pudo concretar si otro sujetaba fuertemente a la víctima, sádica actitud que se repetirá con las violaciones,
¿Ese menosprecio por las víctimas es el que la sociedad forjó, señores garantistas? ¿Ese sadismo es el que la sociedad les señaló como conducta con una mujer? ¿Esa conducta golpeadora y violadora es la que prefieren para con sus madres hermanas, novias o amigas? ¿Ese es el trato varonil que la sociedad impulsa? ¿Dónde tomaron esos patrones morales? ¿Fue la sociedad que pugna por los derechos humanos, la que los impulsó a someter y matar? ¿Desean los violadores recibir ese trato en los oscuros pasillos de la cárcel? ¿Qué fue sino el desprecio de la persona del otro, lo que motivó a los asesinos? ¿Basta de garantismo para con los delincuentes y de olvido del derecho a la vida para las víctimas
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