El esplendor de nuestro país alcanzado desde 1853 a 1912, comenzó primero a detenerse y luego a deteriorarse, por haber abandonado las acciones gubernamentales el principio que lo habían cimentado: “un gobierno republicano federal centrado en la defensa de los derechos inalienables de las personas a la libertad, la vida, la propiedad y la búsqueda de la felicidad, fijados por la Constitución 1853 /60”, sustituyéndolo por postulados de distintas hojas rojas del marxismo leninismo.
Recordemos que en 1848 apareció el manifiesto comunista y que ese año se concretaron en Europa distintas revoluciones conocidas en otros países como La Primavera de los Pueblos o el Año de las Revoluciones, fueron una ola de manifestaciones populares que en el primer semestre de dicho año se generalizaron en varias regiones de Europa. Y que mayoritariamente se caracterizaron por su brevedad y rápida expansión.
Recordemos también que en 1871 se realizó la revolución de la Comuna de París, antecedente ideológico para las revoluciones nacionales de 1890, 93 y 1905, que tiñeron las inteligencias argentinas de escritores, poetas y políticos escapando de esa influencia dos hombres Sarmiento y Ascabusi como muy bien lo expresa Miguel Cané en el prólogo de “Las ciento y una”, de Sarmiento.
Influencias que en forma pausada pero sin interrupciones fueron enrojeciento los principios constitucionales en el transcurso de los años, así: Entre 1916 y 1943 el proceso fue muy lento, teñido ideológicamente: en 1917 por el golpe bolchevique que muy temprano inspiraría la reforma universitaria de 1918 (primera sovietización de la educación, y pasar de un estudiantado unido por ideales republicanos, a universitarios a separados por ideas partidarias); posteriormente los socialismos negros del fascismo en 1920 y del social-nacionalismo en 1932 por el social-nacionalismo, en 1936 por el nacional sindicalismo.
Entre 1943 y 2002 ese proceso se concretó en forma más rápida (En 1946 Perón dijo que en el Banco Central había 1.500 toneladas de oro según información diario La Prensa 20 de septiembre de 1947, aquel peso corresponde a 52.173.913 onzas de oro, o sea alrededor de 550.000 millones de dólares, por la cotización del 3-11-2010, alterando no solo la gobernabilidad, sino la importancia del país en el Mundo y la lenta pauperización de la nación. Entre 2003 al 2010 en forma totalmente acelerada, bajo la batuta de gobiernos que no respetaron los derechos inalienables y se rigieron con postulados del marxismo leninismo. Apoyados por muchos intelectuales que se alinearon y fueron voceros de ese ideario así en 1952, así conocido el genocidio comunista ruso Paúl Sartre y Maurice Merleau-Ponty, lo justificaron explicando la necesidad del terror gubernamental como parte del “humanismo”.
Las ideas en esta última etapa se nutrieron además en tres hitos históricos: la Declaración de La Habana (1960), la Organización Latinoamericana de Solidaridad (1967) y el Foro de São Paulo (1990), organizaciones que siguen a pie el testamento del marxismo leninismo a través de distintos patriarcas rojos: Marx y Engels (1848), Edward Bernstein (1889), Lenín (1913), Gramsci (1919), Castro (1960); Boris Ponomarev y A. Sobolev (1974), Noam Chomsky (1989), Qiao Liang y Wang Xiangsui (1999).
Por haberse convertido ese ideario en un mito con tintes de una religión practicada por millones de fieles que no someten sus creencias a la corroboración con la realidad, llamamos ese ideario “Rojo Testamento” difundido por indiscutidos “Patriarcas rojos” mimetizados tras rótulos como: socialismo nacional, progresistas, nacionalistas, demócratas populares, demócratas socialistas, ambientalistas, indigenistas, que procuran el bien común, la justicia social, la soberanía nacional, la justa distribución de la riqueza.
Las características de esta mítica han sido muy bien señaladas por Diego Wartjs en su libro “Sálvese quien pueda”, donde señala las siguientotes.
1) Ausencia de instituciones ante una saciedad sometida al interés de los burócratas que asumen ser voceros y actores del Estado
2) Agresiones permanentes al derecho de propiedad y la economía de privada, exaltando la transferencia del capital de la gente a l estado y la clase política
3) Aislamiento internacional y rechazo a las inversiones extranjeras salvo de países con la misma ideología.
4) Formación de una oligarquía política con privilegios y sueldos desproporcionadamente altos.
5) Ausencia de libertad de prensa y expresión.
6) Educación nutrida en la ideología estatal en programas dictados por los burócratas.
7) El estado es el principal empleador
El dogma de los “Patriarcas Rojos”, muestra tácitamente el avasallamiento de por lo menos uno de los cuatro derechos inalienables a la vida, la libertad, la propiedad y la búsqueda de la felicidad. Pues parte de varias ideas equivocadas entre ellas la primera que unos pocos burócratas, podrán satisfacer las necesidades de millones de personas, que no conocen, no saben que requieren y estar alejadas de ellas, que si conocen millones de allegados que se preocupan de satisfacer a sus familiares, amigos o clientes.
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