Publicado en la revita digital Enfoques Positivos Nº 445 del 2 de mayo
de 2012
Vivir inteligentemente, constituye
la acción que ha permitido a las personas adaptarse al medio externo y a las
exigencias de su medio interno, en función de su complejo sistema nervioso;
modificando el medio y modificándose a si mismo.
Para vivir ininteligentemente
tenemos dos fuentes una la ciencia y la otra la práctica cotidiana.
Por la primera tenemos los
descubrimientos de la centenaria científica Rita Levi-Montalcini que
hicieron caer la idea que sostenía que
las células nerviosas, una vez muertas
jamás se recuperan. Ahora sabemos gracias a la investigadora que si se
renuevan, pues en colaboración con Stanley Cohen, descubrió que el factor de
crecimiento nervioso era la molécula
NGH, elemento necesario para el desarrollo del sistema nervioso
sensorial y simpático de los vertebrados, descubrimiento por el cual ganaron el
premio Nobel de medicina de 1986.
El saber popular lo ha incorporado
señalando que la función hace al órgano, y la historia nos muestra también hombres longevos que hasta su última hora,
mostraron productos de su pensar, frutos de cerebros activos. A cada nombre le
sigue la edad a la última producción: Rita Levi-Montalcini 100, B. Russell 95, J. Maritain 87, J. Schweitzer 90, B.L.Borges 88, M. Buber 87.
Por el lado de la práctica existe ya
una generalizada opinión en la necesidad de mantener activo el cerebro a través
de actividades que requieren el uso de
memoria como juegos de cartas con mínimo de azar, recordar fechas, pasajes
históricos, poesías, textos teatrales,
personajes, palabras cruzadas,
lectura frecuente de libros.
Por lo expuesto sería beneficioso
para el mantenimiento de las actividades cerebrales además de las actividades
descriptas precedentemente, cumplir
estas acciones.
- Aprovechar para si el campo virtual, utilizando en los mensajes por correo electrónico el lenguaje protocolar abierto al diálogo con el otro, con un saludo inicial, un desarrollo de un texto de persona a persona y finalmente un saludo personal de despedida, escrito todo con minúsculas, mayúsculas y signos de puntuación
- Cuando los textos sean largos pasarlos a “Word”, para detectar errores semánticos, ortográficos y omisiones de acentos. Logrando el hacer proactivo y no repetitivo.
- Evitar las retransmisiones despersonalizas, muchas veces concretadas sin la menor evaluación, ni la ponderación de su veracidad, por ejemplo que en determinado día del año el tamaño en el cielo de Marte superará a la Luna, hecho matemáticamente imposible, o sobre panaceas vegetales para curar el cáncer.
- En pocas palabras escribir como cuando se cocina con amor, haciéndolo pensando en dar al destinatario algo personal y grato al espíritu, necesitado siempre del si del otro para afirmar la mutua personalidad. Abandonando el hacer apurado y sin pensar.
- Obligarse al aprendizaje de procedimientos nuevos en la PC, para el autocrecimiento.
- Concretar, -frecuentemente por el origen psicomotor de nuestra inteligencia-, ejercicios con las manos, como practicar la escritura manual, solucionar rompecabezas tridimensionales, realizar reparaciones menores de juguetes o restaurar con calidad elementos rotos. Todo bien lejos de la pantalla de televisión y el control remoto.
Por último practicar diariamente una
vida emocional proactiva, dialogal abierta a dar y aceptar, tanto a si mismo,
como al otro, al medio y al Absoluto,
con una visión de ver “vasos llenos” y no “medios vacíos”.
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