Distintas vidrieras de los comercios, góndolas de los supermercados,
cartas comerciales, correos electrónicos, afiches, propagandas visuales,
escritas o televisas y propuestas de venta telefónica nos muestran innumerables
ofertas que satisfacen las distintas necesidades humanas sean fisiológicas, de
seguridad, de protección, de estima, de autovaloración, de conocimiento o
estéticas.
Todas logradas por impulsos individuales y no por disposiciones
emanadas de decretos o ley alguna. Por eso es un despropósito no llamar al
capital a concretar distintos proyectos de usinas hidroeléctricas que cubrirían
las actuales carencias, y que además ayudarían a erradicar la pobreza y la
indigencia existente, al crear miles de trabajos en las provincias y
garantizarían un crecimiento sustentable por largos años.
Me refiero en el río
Paraná a las presas de Corpus, la ampliación de Yaciretá, la compensadora de
Yaciretá, Patí y Chapetón; en el río Uruguay en aguas compartidas con Brasil
las presas de Roncador, Garabí, San Pedro y compensadora de Salto Grande con
Uruguay; en la alta cuenca del río Bermejo la Zanja del Tigre, generaría más energía que el
complejo del Comahue (Cerro Colorados, Chocón y Loma de las Latas) proyecto que
fue gestionado en los años 1957 por el
contralmirante Portillo; en la zona
Patagónica sobre el río Santa Cruz las presas Cóndor Cliff y la Barrancosa, y en esa
misma zona el Mareomotriz de Puerto Madryn.
En el campo de las usinas nucleares estaría terminar Atucha II y
comenzar a hacer efectivo el proyecto de la CONEA de ampliar en no menos de 5 usinas más el
parque atómico.
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