sábado, 16 de junio de 2012

El gobierno repúblicano en la Constitución y en el mal hablar



         Resulta un grave equívoco llamar gobierno al Poder Ejecutivo, pues hacerlo lleva a la persona que ejerce el cargo de Presidente de la Nación a sentirse por encima de los otros dos, derivando a gobiernos autocráticos porm aquello del Estado soyn yo.
 
Sólo el empleo correcto de la palabra informa bien, aun en nuestra forma de gobierno  republicana y federal con tres poderes independientes, pues  en la práctica por olvidar este mandato constitucional,  resulta común que legisladores de ambas Cámara legislativas critiquen una acción del Ejecutivo, señalando “no estar de acuerdo con el gobierno”, frase también adoptada por jueces, resultando así que los integrantes de ambos poderes no sienten, ni asumen que integran constitucionalmente la forma de gobierno establecida en la Constitución (Autoridades de la Nación;  1ª y 3ª sesión)

Muchos medios inducen a la población al mismo error, cuando hacen destinatario de una crítica al Gobierno por una disposición que emanó de quien ejerce la presidencia de la nación, no señalando  claramente como responsable de ella al Poder Ejecutivo. Induciendo en la sociedad  a esperar todo de ese  Ejecutivo, en una tácita aceptación del autoritarismo.

Este autoritarismo nos recuerda el siguiente dialogo de aproximadamente 500 a.C. concretado por los discípulos y Confucio:
-          “¿Maestro si lo dejaran gobernar cual sería su primer acto?”
-          Ciertamente sería corregir el lenguaje.” Contestó el filósofo
-          “¿Por qué, Maestro?”
-          “Porque si el lenguaje no es correcto, entonces lo que se dice no es lo que se quiere decir, si no se quiere decir lo que se dice, entonces lo que se debe hacer queda sin hacerse. Si esto queda por hacerse, entonces se deterioran la moral y las artes. Si la moral y las artes se deterioran se pierde la justicia y la gente cae en la más completa confusión. Por lo tanto no debe existir arbitrariedad en lo que se dice”.

Postura que  también sostiene Trostsky al expresar: “La corrección y precisión en el lenguaje es condición indispensable de un pensamiento recto y preciso.

A este hablar mal se suma decir  que el vicepresidente  forma parte del Ejecutivo cuando el artículo 87º de la Constitución establece el carácter unipersonal de ese poder al expresar: “El Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de "presidente de la Nación Argentina", mientras que el vicepresidente es parte de otro poder del Gobierno Federal, con  funciones encuadradas en la sección del Poder Legislativo  donde el artículo 57 º señala: “El vicepresidente de la Nación será presidente del Senado; pero no tendrá voto sino en el caso que haya empate en la votación”. Por eso el vicepresidente puede constitucionalmente votar en contra de un proyecto del ejecutivo, porque no es una figura que debe seguir los pasos del presidente electo y si el mandato de los estados  provinciales, represntados en el Senado de la Nación.

Esa tendencia nacional de mal hablar,  se repite al llamar a nuestro país Argentina, en lugar de  “República Argentina” como lo establece la Constitución (artículo 35º); resultando una forma velada de escamotear en forma subliminal  la forma republicana de gobierno.

Cada uno de nosotros es gobernante de nuestra vida, si hablamos mal, pensaremos mal y así llegaremos  por ejemplo a creer que es gobierno quien lo es solo parcialmente, dejando de exigirle al poder Legislativo y Judicial el cumplimiento de sus funciones, con lo que el Ejecutivo hará lo que quiera, porque es lo que siente la gente. 

En psicología se  dice “El nombre conforma al hombre”, así en la vida cotidiana advertimos que el "Gordo" responde a ese apelativo cotidiano;  y en la historia vemos engrandecer a los jefes de estado, llamando “Lord Protector” a Cromwell”, “Mariscal” a Tito, “ Líder” a Perón, “Generalísimo” a Franco, “Führer” a Hitler, “ Canciller de Hierro” a Bismark, como antes en Roma a Augusto se lo llamó “Primero de los Senadores” y luego “Padre de la Patria”. En fin una serie de malas denominaciones verbales que a gobernantes y gobernados, los vuelve en tiranos y tiranizados.

Las mesas pueden tener una pata, pero los gobiernos republicanos para mantenerse democráticos deben tener las tres,  que en este orden  los pone la Constitución Nacional : el poder  Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial; mostrándoles a mandatarios y funcionarios desde la correcta expresión verbal, hasta la precisa acción concreta, asumir la responsabilidad que le corresponde al poder de pertenencia, especialmente la de legislar en forma independiente y juzgar acorde con las leyes vigentes, actuando ambos poderes sin seguir el dictamen interesado de otro poder.

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