Resulta extraño que antes de partir para Buenos Aires
la presidente de la Nación y madre del señor
Máximo, no advirtiera que su hijo
pasaba por un cuadro clínico que
necesitaba de pronta atención médica, especialmente atendiendo que su
agravamiento no podría ser atendido en los centros de salud de Río Gallegos por
un conflicto gremial.
Como también resulta extraño que el enfermo ante la
vivencia de su cuadro clínico no señalara la necesidad de ser atendido sin
demora o no haya propuesto regresar con su madre, para en caso de agravamiento
de su cuadro estar cerca de los pertinentes centros de atención sanitaria.
De haberse captado bien la situación clínica, no
hubiera sido necesario concretar un segundo vuelo para trasladarlo a la capital
y la madre como persona no hubiera pasado por una innecesaria situación de
estrés, que entre otras cosas podía
llegar a afectar sus funciones constitucionales.
Además se
hubiera privado a muchos ciudadanos de tejer sobre el hecho fábulas explicativas disolventes, siempre
inconvenientes, máxime en la situación compleja que vive el país y por aquello
que en boca de mentiroso lo cierto se hace dudoso, esto resulta extraño pues en
estos años se ha visto el uso político de situaciones personales como el estado de viudez y de una operación del no cáncer de
tiroides presidencial, presentado tras
un fondo con la imagen de Eva Perón fallecida por un tumor cervical.
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